Residuos peligrosos, una sucia realidad
En España se vierten cada año 375.000 toneladas de residuos peligrosos y tóxicos de limpieza del hogar a rios, mares y lagos (sin incluir detergentes para la ropa).
Con la circunsatancia agravante de que estos vertidos nunca llegan a eliminarse totalmente, sino que van deteriorando cada vez más la naturaleza.
Los detergentes contienen unos agentes específicos para eliminar la suciedad: los tensioactivos. Pueden ser de origen vegetal o ser derivados del petróleo. Los vegetales poseen una gran biodegradabilidad y su impacto tóxico sobre el suelo es mínimo. Pero los sintéticos, incluidos en la mayoría de los detergentes convencionales, tienen una biodegradación mucho más lenta y difícil. De hecho, pequeñas cantidades son suficientes para aniquilar la fauna piscícola de la zona donde ser viertan.
Cada europeo introduce en el medio anbiente entre 10 y 15 gramos de tensioactivos sintéticos al dia. Sus efectos no sólo perjudican a la naturaleza, sino que dañan la piel del usuario: eczemas, pústulas, enrojecimientos, cortes en las yemas de los dedos e incluso alérgias.
La ley española obliga a que el 90% de los tensioactivos utilizados se biodegraden en un plazo de catorce días. Asi que, aunque en los anuncios y envases se destaque la biodegradabilidad de esos productos como algo extraordinario, en realidad, no lo es, ya que por ley, a los fabricantes no les queda otro remedio que cumplir con este requisito. No obstante, los tensioactivos sintéticos nunca llegan a desaparecer, por lo que deberían dejar de comercializarse. Los detergentes menos contaminantes son los llamados «ecológicos», aunque ni siquiera éstos consiguen una total biodegradabilidad.